El exigente e inaplazable mundo de la colaboración.
Por Iván Mazo Mejía:
Las organizaciones están lejos de incorporar a su modelo de liderazgo el concepto de colaboración debido a muchas prácticas del viejo modelo de administración y gerencia que es un verdadero lastre para las exigentes condiciones del mundo moderno. Las prácticas más viciadas tienen que ver con esa manía enfermiza de buscar culpables cuando se identifican errores, lo cual paraliza el atrevimiento, se bloquea la creatividad y se rompe la osadía de las personas.
Otro grave atentado a la colaboración es el castigo y el señalamiento cuando las cosas no salen como se tenían previstas. Cuando esto sucede la persona sufre un duro golpe a su autoestima que lesiona gravemente la fortaleza del carácter para tomar decisiones en momentos difíciles. De esta manera la persona se vuelve obediente y sumisa y con sumisos jamás se podrán hacer cosas grandes.
La colaboración también queda totalmente excluida cuando las personas se vuelven dependientes de sus jefes. Es demasiado común escuchar en las empresas a las personas de todo tipo de cargos decir, “ya le consultaron al jefe”, “sí le gustó al jefe”, “y qué dijo el jefe”.
Es muy lamentable que sin permiso del jefe no se puedan hacer las cosas cotidianas que debería hacer quien esté al frente de la situación. Lo que los jefes no han entendido es que la única manera de desocuparse y disponer de tiempo para las cosas que valen la pena es implementando la colaboración.
Hace algún tiempo escribí un artículo que titulé “Bienvenida la era de los gerentes desocupados”. Desocupado significa disponible para escuchar, atento para servir, listo para acompañar, cercano para sentir al otro. Todos estos son factores clave para entrar con rigor en el exigente e inaplazable mundo de la colaboración.