“Las 12 palancas del éxito”
Estamos finalizando el 2017 y comienzan a surgir las expectativas para el nuevo año 2018, que esperamos esté lleno de éxito y prosperidad. En nuestras próximas entregas, haremos referencia al legado que nos dejó Stephen R. Covey, el legendario autor de Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, quien creía que sólo hay dos tipos de vida: una vida de grandeza primaria y una vida de grandeza secundaria.
En sus libros y sus seminarios enseñó que las recompensas intrínsecas de la grandeza primaria (integridad, responsabilidad y colaboración significativa) superaban por mucho las recompensas superficiales de la grandeza secundaria (dinero, popularidad y la vida de placer egocéntrico que algunos consideran un «éxito»). En su obra póstuma: “Las 12 palancas del éxito”, Covey (a través de sus seguidores) nos habla de la “Grandeza primordial” (Primary Greatness) frente a la grandeza secundaria.
Según Covey, Todos tenemos tres vidas: pública, privada y secreta. La secreta es donde está el corazón, donde moran las verdaderas motivaciones, lo que realmente anhelamos en la vida. La vida secreta es la clave para la grandeza primordial.
En nuestra vida pública, los compañeros de trabajo, los socios y otras personas de nuestro círculo nos ven y nos oyen. En nuestra vida privada, interactuamos de un modo más íntimo con nuestra pareja, familiares y amigos íntimos. La vida secreta forma parte de las dos anteriores. La vida secreta es el impulso primario que motiva las otras dos. Son muchas las personas que jamás visitan su vida secreta. Sus vidas públicas y privadas están determinadas por las personas y las cosas que las preceden y las rodean, o por las presiones del entorno.
Por lo tanto, jamás ejercitan el maravilloso don del autoconocimiento (la clave de la vida secreta), en la que nos alejamos de nosotros mismos para poder observarnos.
Hace falta tener valor para explorar la vida secreta, porque antes debemos alejarnos del espejo social, del reflejo de nosotros mismos que la sociedad nos devuelve, pero que puede tener muy poco que ver con quiénes somos en nuestro interior. Nos acostumbramos a la imagen que nos devuelve el espejo social y, a veces, preferimos evitar el autoexamen para seguir sumidos en un vacío de ensimismamiento y racionalización. Desde esa estructura mental, tenemos muy poco sentido de identidad y de seguridad en nosotros mismos o en los demás.
Así, Covey, en la primera parte de su libro “Las 12 palancas del éxito”, nos invita a seguir un proceso con nosotros mismos para visitar nuestra vida secreta y reafirmarnos en el camino de ser verdaderamente exitosos:
1.- Examinar las motivaciones personales: En mi vida, los momentos más críticos ocurren cuando visito mi vida secreta y pregunto: «¿Qué pienso? ¿Qué creo que es lo correcto? ¿Qué debería motivarme?». Son momentos en los que profundizo en mi vida secreta y elijo mis motivaciones
2.- Autoafirmarse: La autoafirmación es una de las claves para una vida secreta saludable. Uno de los tipos de comunicación más importantes que existen son los mensajes de afirmación que nos damos a nosotros mismos y a los demás.
El poder de la autoafirmación: Norman Cousins, autor de Anatomía de una enfermedad y de Human Options, demostró que el poder de la afirmación nos permite liberar en nuestro interior fortalezas emocionales que solemos desaprovechar.
Así, vale la pena realizar rutinas que nos conduzcan a autoafirmarnos: interiorizar (respiración, visualización, repetición), construir el carácter (equilibrio entre el valor y la consideración, desde la humildad como fuente de virtud), escribir programas nuevos, alinearnos con nuestros principios (los principios son a los valores lo que la ética a la moral: son universales, atemporales y evidentes; acaban rigiendo siempre), cultivar nuestros dones (la propia consciencia con un diario personal, la consciencia moral leyendo, escuchando y respondiendo, la voluntad independiente formulando promesas y cumpliéndolas, la imaginación creativa desde la visualización), mantener el rumbo evitando las distorsiones, reprogramar el pensamiento (evitando el encarcelamiento emocional, la mentalidad de escasez y el desequilibrio de roles). “Empieza a liderar más y a gestionar menos, en la empresa y en casa. La mayoría de las empresas y de las familias están demasiado gestionadas y poco lideradas”.